Alejandro Sturniolo: La verdad sobre el agua que tomamos todos los días

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Se estima que el 94 por ciento del plástico que ingerimos se debe al consumo de agua.Por: sebra – stock.adobe.com

Cada vez son más frecuentes las preguntas sobre qué agua debemos consumir o qué filtro tenemos que comprar para tomar agua segura, preguntas que se enfrentan contra muchas ideas preconcebidas acerca de la que llega por la canilla, la mineral y los purificadores hogareños, entre otras opciones.

La preocupación por el origen del agua que tomamos, como de tantas otras cosas que ingerimos o usamos a diario, es una tendencia creciente en un mundo cuyos consumidores son cada vez más conscientes. Uno de sus puntapiés son los hallazgos sobre microplásticos en gran parte de las aguas que consumimos, muchas de ellas envasadas.

De hecho, se estima que el 94 por ciento del plástico que ingerimos se debe al consumo de agua y que semanalmente ingresamos en nuestro organismo el equivalente a una tarjeta de crédito, potencial caballo de Troya de patógenos, como lo refieren investigadores tales como Chelsea Rochman, de la Universidad de Toronto.

Los microplásticos se volvieron mediáticos pero son sólo un ejemplo de las diversas sustancias que llegan a nuestras mesas. Ya sea que hablemos de agua mineral, mineralizada, con electrolitos, de lluvia, red, mar o proveniente de nuestros efluentes. En lo que debemos enfocarnos es en valorar el agua por su pureza y el gusto definido por sus minerales, no por su origen.

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La pureza del agua es definida por el sistema de purificación y no por la fuente. Partamos de la base de que desde siempre hubo una única molécula en el universo llamada agua y de que sólo cambian las sustancias que la acompañan: minerales, materia orgánica, contaminantes, partículas en suspensión y microorganismos, entre otros.

Las dos variables más importantes que definen la pureza y el gusto del agua son el contenido de minerales y su condición microbiológica.

Si la pregunta es por el origen, las principales fuentes de las que nos proveemos a diario son el agua subterránea, que es parte de la precipitación que se filtra a través del suelo, hasta llegar al material rocoso donde queda almacenada, y el agua superficial, originada en glaciares, lagos, ríos y también en el mar, ya que esta última puede ser potabilizada mediante la tecnología de ósmosis inversa a costos muy competitivos.

Agua subterránea

Se la llama así cuando se la extrae para su distribución en la red pública, “agua mineral” cuando es envasada y “agua de pozo” cuando se saca en forma particular.

Sea como fuere, en su mayoría aporta minerales beneficiosos para la salud como calciomagnesiosilicio potasio. Aunque solemos aprender en la escuela lo contrario, el agua sí tiene sabor gracias a ellos. El calcio y la alcalinidad son importantes para un buen sabor.

El foco debe estar en valorar el agua por su pureza y el gusto definido por sus minerales, no por su origen.
El foco debe estar en valorar el agua por su pureza y el gusto definido por sus minerales, no por su origen.Por: samopauser – stock.adobe.com

Al permanecer bajo tierra, sin interacción con el oxígeno en la atmósfera, no es frecuente que tenga microorganismos y unas pocas gotas de cloro pueden desinfectarla.

Como desventaja, el agua subterránea puede contar con contaminantes de origen natural propios de la geología del lugar como el exceso de flúor, arsénico y boro, entre otros.

Respecto del arsénico, particularmente en varias regiones del país contamos con elevadas concentraciones, como en la provincia de Buenos Aires. Sólo el 20 por ciento de su superficie tiene agua subterránea que cumple actualmente con la norma de potabilidad.

Agua superficial

Esta forma es menos frecuente que se encuentre comprometida su provisión en las grandes urbes. Como no llega al suelo rocoso, es más común que tenga materia orgánica, partículas en suspensión, algas, microorganismos y baja concentración de minerales.

Sus procesos de desinfección evitan el desarrollo de enfermedades como la diarrea, el cólera, la disentería, la fiebre tifoidea y la poliomielitis. Resultan fundamentales teniendo en cuenta que la contaminación del agua sin ser tratada debidamente provoca más de 500.000 muertes por diarrea al año en el mundo.

Sin embargo, este tratamiento deja pasar sustancias disueltas provenientes de nuestros efluentes y otros químicos utilizados en él que se relacionan a enfermedades.

Al igual que el agua subterránea, la superficial también puede estar afectada por contaminantes provenientes de actividades humanas, como fertilizantes, pesticidas, microplásticos, medicamentos y hormonas.

Algunos están incorporados en el código alimentario y otros no debido a que son de preocupación emergente, como en el caso de los microplásticos, o como las más de 4.000 sustancias perfluoroalquiladas (las “sustancias para siempre” presentes en sartenes de teflón, envoltorios de comida rápida, ropa resistente al agua), posibles responsables de daños a la salud, como sostiene la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, entre otras autoridades.

Antibióticos en aguas

Si no se toman medidas, las enfermedades resistentes a los medicamentos antimicrobianos podrían causar diez millones de muertes cada año para 2050 y daños a la economía superiores a los que estamos atravesando por el COVID-19,según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Un tratamiento para minimizar esta problemática podría ser la oxidación avanzada con radiación ultravioleta, tecnología que todavía no entró al ámbito municipal. Tampoco los filtros de carbón sobre mesada evitan la mayor parte de los contaminantes emergentes, ni el aluminio agregado en su tratamiento.

Agua de mar

Incipientemente, en la Argentina se utiliza agua de mar desalinizada por ósmosis inversa como una de las fuentes de mejor calidad y cuyo costo de producción disminuyó a lo largo de los años. En este caso, las membranas no solo remueven las sales disueltas en el mar sino también los contaminantes emergentes.

Así logran conseguir una de las fuentes de mayor calidad y buen sabor debido a la incorporación de minerales y a que no necesita altas concentraciones de cloro para su desinfección dada su calidad microbiológica y contenido de materia orgánica previos a la desinfección.

En conclusión, el agua más pura es la que cuenta con el mejor proceso de purificación para cada caso y para saberlo no hay otra opción que consultar con quien nos la provee. En la era de las redes sociales contamos con más vías para consultar. Lo más importante es que tenemos el derecho como consumidores a ser informados al respecto.

Fuente: TN